Tan próximos estamos a los comicios electorales que es imposible dejar de reflexionar sobre la relación del Estado con el mundo empresarial. De hecho cada ciudadano de este país debe o debiera preguntarse, antes de ejercer su sufragio, si el candidato de su elección es realmente capaz de garantizarle una mejor nación, más allá de los cantos de sirena.
El clientelismo ha sabido tentar tanto a dominicanos humildes como a empresarios de alto nivel, al primero porque todo le falta y al segundo porque tiene asuntos que defender o intereses que engrosar. Mal de fondo bastante arraigado en la cultura política nacional que perpetúa una amplia lista de malas prácticas.
La cohesión social es buen antídoto contra el clientelismo, la sociedad civil y las asociaciones empresariales nos hemos constituido precisamente para defender con legitimidad los derechos e intereses del conglomerado, sean ciudadanos o sectores económicos de índole privado que quieren subsistir con dignidad dentro del marco de una verdadera democracia.
Estamos llamados a ser agentes activos ante la cosa pública, pero el trabajo no comienza siendo un elemento de presión u ofertante de soluciones aterrizadas a las necesidades reales del conjunto, el trabajo comienza tomando decisiones acertadas, estudiando los planes de gobierno y decidiéndose por el candidato que menos probabilidades tenga de que ese plan –si es bueno- sólo sean letras muertas.
El cuatrenio decisivo ha llegado. Dios nos ilumine y nos evite la resaca moral de un voto desacertado o clientelar que tengamos que lamentar después.
Sandy Filpo